El otro día me fui con mi amiga, la ninfa silvestre a tomar algo y cenar a un centro comercial y así nos echábamos unas risas mientras nos contábamos nuestros problemas, que de esos nunca faltan. Pero cuando estoy con la ninfa silvestre todo es diversión, nos reímos de los problemas y de esa manera hacemos que desaparezcan, además a mis defensas les viene muy bien que yo me ría constantemente y eso te hace sentir mejor. En estos momentos las risas son un poco escasas en mi vida así que se agradece pasar un buen rato con tus amigos que siempre saben sacarte una sonrisa. Esa noche encontramos unos sillones de masajes dentro del centro comercial y nos sentamos en ellos.Poco a poco empecé a pensar que si esos asientos hablasen seguro que tendrían que contar muchas cosas. Si alguien se interesará en poner una cámara allí seguro que se podría hacer un gran reportaje. Parejas que se dejan llevar por su amor, amigos que se cuentan confidencias, un chico solitario que se sienta a comerse un bocadillo mientras hace tiempo antes de irse a casa o incluso dos amigas que se sientan a reírse de la gente que pasa mientras se comen unas palomitas.Esa escena me recuerda a un capítulo de aquí no hay quien viva en el cual una pareja vive intensamente una historia de amor imposible, quedando todos los días en el mismo banco, pensando que nadie les ve, aunque están equivocados ya que en la terraza de arriba se encuentran las viejecitas cotillas, que no se pierden ninguna, más la pija, todas ellas sufren al darse cuenta de las terribles penurias que pasa la enamorada pareja y se alegran cuando ellos al fin superan todos los obstáculos que les pone la vida y pueden vivir felizmente su amor.
Algo así es lo que pasaba en esos bancos, primero nos sentamos allí y repentinamente llego un chico que se sentó durante unos minutos para después irse, al momento llego otro chico que se sentó en el sillón mas cercano al mío mientras jugaba con el móvil y echaba miradas por el rabillo del ojo hacia nuestro lado, cuando creía que no mirábamos. Cuando el muchacho se marcho, después de una hora sentado, llegaron unas chicas que salían de estudiar y al igual que nosotros necesitaban reírse de la vida, una de ellas jugaba a tirar el móvil al aire para cogerlo después con tal mala suerte de que una de las veces que lo tiro, se le resbalo y termino cayendo al piso de abajo, la chica corrió a cogerlo y acto seguido ella y su amiga se marcharon.No había pasado un minuto y los sillones ya estaban llenos por una pareja de chicos que estaban pasando un buen rato mientras hablaban y se relajaban. Imaginaos si todo eso pasó en dos horas, lo que pueden pasar en 24 horas.
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